jueves, 23 de septiembre de 2010

Tomás Moro, ejemplo de fe y de servicio para toda la eternidad


Cierro con este post mi peculiar trilogía sobre la figura de Tomás Moro y su reflejo en “Un hombre para la eternidad”.

Entre los muchos bellos diálogos que esta película encierra, hay uno que resulta especialmente brillante. La escena es rica en matices. Cuando la familia Moro se dispone a comer irrumpe en la casa Richard, alguien cuya apariencia (lleno de barro, por un empujón del rey) y estilo de vida (es conocido por su doblez e irresponsabilidad) claramente desentonan en la escena. El interesado percibe el recelo de los demás personajes, pero Moro le acoge amistosamente y se muestra afable con él. Esto no le lleva a ser ingenuo. Cuando Rich aprovecha esa acogida para pedirle un trabajo, Moro deniega con firmeza, sin retirar un ápice su cariño; y ante la insistencia de aquel y su promesa de serle fiel, termina por decirle: “Richard, no podrías responder por ti mismo ni siquiera por esta noche”.

Antes ha salido en defensa de su criado, ante las acusaciones de Rich, aunque sabe sobradamente que le espía por orden de Cromwell. Ahora, cuando Rich se va y todos le critican abiertamente, Moro sale en su defensa, haciendo prevalecer la presunción de inocencia.

Y entonces acontece el más famoso diálogo de todos: el que sostienen Moro y Will a propósito del “beneficio de la duda”. Will afirma que se saltaría la ley con tal de cazar al mismísimo diablo. Y Moro le recrimina: “Y una vez que te hayas saltado todas las leyes –leyes humanas, no divinas- ¿qué harías si el diablo se diese la vuelta y quedaras frente a él?, ¿dónde te esconderías, si las leyes fuesen planas?”.

Una fantástica escena que evidencia la magnanimidad de un hombre cuya figura se agranda con el paso del tiempo, porque es un ejemplo espléndido de cómo aunar fe coherente con amable humanidad; un ejemplo que ilumina también en los tiempos actuales y que seguirá iluminando para toda la eternidad.


7 comentarios:

  1. Gracias, Alfonso, por la entrada sobre Moro.
    Como sabrás, la película está basada en una obra teatral de Robert Bolt, titulada A Man For All Seasons (1960) y traducida –no muy felizmente a mi juicio- como Un hombre para la eternidad. El diálogo que tú has seleccionado entre Moro y William Roper, su yerno, es literalmente el de la citada obra. El guión, después de todo, es de Bolt.
    Opino que la parte final del diálogo –en la que Moro, el jurista, argumenta que concedería al diablo el beneficio de la ley- se basa en unas palabras suyas recogidas en su primera biografía, escrita precisamente por Roper; dice Moro: “te aseguro una cosa por mi fe, que si dos contendientes vinieran a mí pidiendo justicia, siendo mi padre uno y el otro el Diablo, daría la razón al diablo si su causa fuere justa”.
    Saludos desde Utopía.

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  2. Es una de mis peliculas favoritas. Al leer una biografía sobre Tomás Moro despues de ver Un hombre para la eternidad me sorprendio que se retrataba al personaje con mucho más sentido del humor, casi como un bromista constante. En el filme parece todo lo contrario, no se si es para dotar a Moro de una mayor solemnidad.

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  3. La película "Un hombre para la eternidad" basada en la historia de Tomas Moro, ha sido tarea imposible encontrarla en un videoclup, y he terminado comprándola. Al ser muy antigua (comentario del vendedor de El Corte Inglés) es de bajo costo. Ya la tengo en casa, pero no he tenido tiempo de verla.

    Te ha salido un serio competidor, en Intereconomía, que cada vez es mejor en todos los sentidos: los viernes, Juan Manuel de Prada dirige un programa increíblemente bueno, similar a tu blog, pero en TV. Además, todas las tardes hay también películas muy buenas, sobre todo los fines de semana. Me parece una televisión muy digna, para personas formadas e inteligentes, y para las que quieren aprender, como es mi caso. La recomiendo.

    Un cordial saludo, Josefina.

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  4. En efecto, Eugenio, está basada en la obra teatral "A man for all seasons" del propio Robert Bolt. Bolt es un gran dramaturgo que ha escrito también guiones memorables: "Doctor Zhivago", "Lawrence de Arabia", y algunas de fondo religioso, como "La Misión" (uno de los últimos que firmó, ya bastante amyorcito).

    Y, como ves, el guión está lleno de diálogos ricos, ingeniosos, de una belleza y profundidad que sobrecogen. Me encanta la película y, sobre todo, me apasionan el guión y el propio Tomás Moro.

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  5. Gracias por vuestros comentarios, Hombre de Boston y Josefina.

    Con respecto a lo que dice el primero, es verdad que Tomás Moro tenía un gran sentido del humor. En contra de lo que opinas, me parece que el filme lo deja bastante claro, aunque quizás no tanto como la biografía que leíste. Los 4 clips que he colgado en la última semana dejan ver su ironía llena de humanidad y su chisposa jovialidad.

    En contestación a Josefina, quizás sea antigua, pero la historia es muy actual: por la situación de perplejidad en la que se ven tantos políticos que quieren seguir su conciencia y aunar fe y vida política. Sus 6 Óscars (incluidos los de mejor filme, guión y actor) avalan su categoría como película. Y otra cosa: me alegro de que salgan no competidores sino colaboradores en esta noble causa de descubrir el mensaje cristiano en el cine. Es un motivo de alegría que surjan otros compañeros en este mismo viaje.

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  6. Desconocia la existencia de Robert Bolt y leyendo los guiones que escribió ¡Qué grande!

    Deberiamos hacer mención del director del filme, Fred Zinnemann, otro grande del cine que firmó peliculas tan excelentes como De aqui a la eternidad, Oklahoma. Julia, Chacal, Historia de una monja y otro de mis filmes preferidos: Sólo ante el peligro.

    Disfruto sus artículos y confio que tenga ánimo como mínimo para celebrar un segundo aniversario de Jesucristo en el cine. Un abrazo señor Mendíz.

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  7. Gracias, Hombre de Boston, por tus palabras de aliento. Mantener un blog en marcha necesita también de comentarios como el tuyo.

    Y gracias también por lo que comentas del director. En efecto, Fred Zinneman -que era judío muy practicante- tuvo siempre un gran respeto hacia todo lo referente a Dios y a las demás religiones. Una gran parte de sus películas tocaron abiertamente el tema de la Fe y el encuentro con Dios. Según cuentan sus biógrafos, era un hombre de familia piadoso, con un profundo sentido ético.

    En el retrato de Tomás Moro que Zinnemann hace en este filme pudo influir su matrimonio con Renee Bartlett (católica) en 1936. Desde esa fecha hasta su muerte en 1997 vivieron juntos. Este fue uno de los matrimonios más estables y de más larga duración en comparación con los de otros directores de cine de aquellos años.

    En definitiva, una persona que quería volcar en sus películas el sentido religioso que movía toda su existencia.

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