lunes, 18 de octubre de 2010

Música, amistad, belleza... y Dios (Sobre "El concierto")

Ramiro Pellitero, Profesor de Teología Pastoral de la Universidad de Navarra, ha escrito una interesante reseña sobre el filme revelación del año pasado: "El concierto". La academia francesa le concedió dos César (mejor partitura y mejor sonido) y la nominó a otros cuatro premios más: mejor filme, director, montaje y guión original. En este artículo se analizan con acierto los temas de fondo.

La película “El Concierto” (dirigida por el rumano R. Mihaileanu, 2009), es un simpático muestrario de los anhelos profundos del corazón humano. Una especie de cuento acerca de la orquesta rusa Bolshoi (Moscú), cuyas actividades habían sido prohibidas en la época de Brézhnev.

Treinta años después, se les presenta la oportunidad de una revancha, con un concierto en el prestigioso teatro musical del Châtelet, en Paris. Además de buscar a sus antiguos músicos –que viven como pueden–, Andrei contrata a una conocida violinista francesa, Anne Marie. Cenan juntos el día antes del concierto. Ella le confiesa que no conoció a sus padres, un biólogo y una antropóloga, que murieron en un accidente de avión, en los Alpes: “Desde niña siempre he buscado la mirada de mis padres… Cuando toco, lo que me gustaría conseguir es su mirada un segundo, sólo un segundo”.

En 2009, meses antes del estreno de la película, radio France-Bleu (Grenoble) alababa especialmente la “humanidad” del filme, que sabe presentar temas espinosos con inteligencia y buen humor. El director señalaba que, efectivamente, “la apuesta, el tema de la película es la amistad, la solidaridad… el mestizaje de culturas, los encuentros”. Se trata de una metáfora de la “invasión” cultural del Este en la Europa occidental, que produce una mezcla un poco explosiva. Quiere mostrar –sigue explicando–, con atención al contexto histórico, que el ser humano está siempre ahí y puede estar orgulloso de sí mismo.

Música, amistad, belleza. En la perspectiva cristiana cabe –utilizando la terminología de C.S. Lewis– recordar los tres amores (afecto, amistad, “eros”) que son un reflejo y un camino para descubrir y vivir la caridad (amor divino). La caridad perfecciona los amores humanos y, respetándolos en su más alta belleza, verdad y bien, los transforma en alabanza a Dios y servicio a los demás. De este modo, la película invita a alcanzar “la última armonía” del horizonte humano.

En la película se muestra sobre todo el valor de la amistad. Las relaciones de amistad –surgidas con ocasión del trabajo profesional de los músicos y entremezcladas con las relaciones familiares– pueden verse, en efecto, como un resplandor del amor divino.

En cuanto a la música, como todo arte, es don de Dios y desarrollo del hombre, expresión de la vida y la esperanza humanas, pues “a cada hombre se le confía la tarea de ser artífice de la propia vida; en cierto modo, debe hacer de ella una obra de arte, una obra maestra” (Juan Pablo II, Carta a los artistas, n. 2). Con motivo del quinto aniversario de su elección (29-IV-2010), señaló Benedicto XVI el lugar importante de la música en la educación, especialmente de los jóvenes: “La música es capaz de abrir las mentes y los corazones a la dimensión del espíritu y conducir a las personas a alzar la mirada hacia lo Alto, a abrirse al Bien y a la Belleza absolutas, que tienen la fuente última en Dios".

(Una redacción más amplia de esta reseña puede verse en Religión Confidencial).

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