domingo, 30 de junio de 2013

"The Confession": una serie web sobre la Confesión y la paternidad

The Confession es un ambicioso drama de acción en formato webserie creado por Chris Young y Kiefer Sutherland. Y esto no es usual, porque, hasta hace poco, las series para Internet eran territorio amateur, y su género estrella la comedia, más ligera y fácil de seguir en el móvil.

La propuesta partió de Young, presidente ejecutivo de Digital Broadcasting Group, un convencido del futuro de Internet y de su capacidad para generar negocio. Sutherland no estaba muy seguro de cómo hacer drama por entregas de seis minutos, pero no cejó hasta dar con una idea, sencilla pero brillante.

El cura y el sicario

Bastarían el exiguo espacio de un confesonario, dos buenos actores –John Hurt y el propio Sutherland, que tras 24 hacía tiempo para la segunda temporada de Touch–, en los papeles de sacerdote y penitente. Y una historia poderosa, equilibrada aunque recurriese a ese rebuscamiento en los conflictos que está a la orden del día en buena parte de las series contemporáneas. Los productores recurrieron al guionista Brad Mirman, que además de escribir se haría cargo de la dirección.

Un asesino a sueldo acude a una iglesia para plantear a un sacerdote sus dudas sobre el origen del mal en el hombre. En la conversación, le obliga a responder a sus preguntas y a conocer los detalles de su vida que le han conducido a desarrollar una personalidad fría y despiadada. No hay en él arrepentimiento alguno. Esa misma noche tiene que cometer otro asesinato: el sacerdote descubre que la vida de aquel hombre depende de que sus respuestas sean convincentes y sinceras. (Antes de seguir, mira el trailer).



The Confession gira en torno a la paternidad. Y aborda realidades antropológicas profundas: el dolor, el odio, la venganza, el origen del mal en el ser humano, el sincero arrepentimiento, la justicia divina, la libertad humana, la repercusión de los actos, la justificación por la gracia y por las obras, etc.

Trata sobre la mala conducta de un padre como realidad existencial en el hijo, y pone el dedo en la llaga de cuestiones obvias pero muchas veces silenciadas: los hijos necesitan un padre y los padres no pueden abdicar de su condición y responsabilidad; los hijos tienen en sus padres el principal referente sobre el ser humano, y de ellos aprenden el valor de la vida, el modo de relacionarse con los demás y de entender el mundo.

Una nueva ventana para la series

Conjugar temas de tal calado con la tensión dramática es todo un logro. El 70% de la serie son las conversaciones en el confesonario, únicamente interrumpidas por flashbacks del asesino a sueldo en acción y por alguna salida incidental a la nave de la iglesia. Y como thriller funciona, ¡vaya si funciona!

Para lograrlo, Young y Sutherland no han tratado la webserie como un subproducto sino como cualquier otra ficción seriada, con presupuesto adecuado, valores de producción y buen reparto. A nivel fotográfico, está hábilmente planificada e iluminada. Se han cuidado los escenarios y el montaje combina sabiamente la intimidad de los primeros planos en el confesonario con los planos generales de acción de los flashbacks, algunos de los cuales –los más significativos para la historia– cierran episodio. La música de Sean Callery (compositor de 24 y de varios episodios de Homeland) apoya y refuerza el tono de la serie, aunando con acierto el thriller con la dimensión espiritual, a través de voces blancas, que sugieren la inocencia perdida.

Tras emitirse en la plataforma gratuita Hulu en 2011, fue comprada en 2012 por el canal internacional de televisión digital AXN (se puede ver en www.axn.es). Ganó el premio Webby –conocido como el Oscar de Internet– a la mejor serie dramática ese mismo año.

Parte de la fuerza de la serie se la debemos a Kiefer Sutherland y a John Hurt, sobre todo a este último, cuyo registro dramático es muy amplio y rico: ofrece un brillante arco de transformación de su personaje sacerdotal, además de asumir la focalización. El arco del sicario es mínimo, pero es el motor de la acción y el narrador de la historia, aunque conforme avanza la conversación sobre su pasado aumenta nuestra empatía hacia él.

Muchos estudios psicológicos incluyen en el perfil de los sicarios haber trabajado profesionalmente como policía o militar. Brad Mirman y Kiefer Sutherland han tenido la perspicacia de construir el personaje del asesino a partir del famoso Jack Bauer, agente federal y buen padre de familia, protagonista de la muy popular 24. De este modo, el sicario es alguien conocido, algo así como el reverso de Jack. Además, The Confession desarrolla su acción en tiempo real, del mismo modo que en la serie 24 (Cristina Abad, Aceprensa).

domingo, 23 de junio de 2013

"El milagro de la vida": un vídeo fascinante e inspirador

Hoy quiero hablaros de un vídeo que podéis ver aquí mismo, y que me parece fascinante e inspirador. Arranca con la imagen de una chica embarazada y una inquietante pregunta: "¿Qué debería hacer?". En menos de 3 minutos, este precioso audiovisual da respuesta cumplida a esta pregunta.

Sí: en el momento de la concepción se ha creado un ser humano que será diferente a los demás, con un ADN que jamás ha existido ni volverá a existir. Ahí están determinados todos sus rasgos físicos: sexo, color del pelo y de los ojos, tersura y color de la piel... A los 22 días su corazón late perceptiblemente, cuando la mayoría de las mujeres aún no saben que están embarazadas... Para entonces, ya se pueden ver sus ojos y sus orejas... Y es entonces cuando empieza a chuparse el dedo. Ya muestra su preferencia por la mano izquierda o la derecha... Y aún faltan más de ocho meses para que nazca.

Es un vídeo sencillo y luminoso. Muy emotivo. Lo ha producido Real Alternatives, una asociación de Pensylvania en favor de la vida, que quiere ofrecer alternativas reales al aborto. Esta versión, ahora en idioma castellano, no puede dejar indiferente a nadie. Quien lo ve, descubre verdaderamente "el maravilloso milagro de la vida".


domingo, 16 de junio de 2013

La película preferida del Papa Francisco

En el reciente libro-entrevista "El jesuita" (Sergio Rubin y Francesca Ambroguetti, Ed. Vergara, 2011), el Papa afirma que su película preferida es “El festín de Babette”, dirigida por Gabriel Axel en 1987, Óscar al mejor filme extranjero. Me alegró leer eso, porque también a mí me parece uno de los filmes más preciosos de los 80. Tierno, sugerente, lleno de emotividad, es un relato que no deja indiferente, que hilvana temas profundos con los hilos delicados de historias frágiles. De fondo, percibimos el gran tema de la religión: la distinta concepción de católicos y protestantes en lo relativo a la felicidad.

Sobre esta película publiqué en 2008 una reseña en la revista “Mesa y Negocios”, en la sección "La buena mesa en el cine". Pero, para este post, he seleccionado la crítica de mi amigo Jesús Acerete, en su blog Lecturas y Reflexiones, que puede resumirse en este comentario: "Una película maravillosa sobre cómo una sociedad de ambiente gélido e individualista, donde cada cual va a lo suyo y mira con desconfianza a los demás, puede ser transformada por una sola persona con capacidad de querer". Como veréis, acierta de pleno.

"El festín de Babette" es una bella metáfora de la fraternidad que debería reinar en la convivencia social. Una metáfora en la que las diversas sensibilidades pueden percibir diversos estratos de significado, cada vez más profundos.

"El festín de Babette" es, en el plano más superficial, un homenaje al sentido social y humano que se esconde detrás de algo en apariencia tan material como la gastronomía, el noble oficio de cocinar. Porque comer no es una mera necesidad biológica, propia de animales. El hombre es también espiritual, y su dimensión espiritual es capaz de transformar la comida en un arte con el que agasajar a los demás, en una manifestación de cariño y afecto. Babette, en su festín, muestra cómo el trabajo abnegado en la cocina es capaz de encender y unir corazones antes gélidos y distantes. "Yo podía hacerles felices cuando daba lo mejor de mí misma".

En un segundo plano más profundo, la película es también un bello canto a la generosidad, a la capacidad humana de dar sin esperar nada a cambio. En toda familia que funciona hay al menos uno o una que viven con ese espíritu generoso y desinteresado.

En un tercer plano la película muestra, a mi juicio, el contraste entre el calor de la fe católica de Babette, que afirma que el mundo es bueno porque ha salido de las manos de Dios, y esa fría desviación del cristianismo que es el calvinismo puritano, dominante en el pueblo danés al que ha llegado la cocinera francesa Babette. La fe católica aporta alegría y ganas de vivir, nada que ver con la negación y amargura del puritanismo. Una alegría que se manifiesta desbordante cuando Babette prepara su magnífico festín, sin reparar en sacrificios ni gastos.

Y en ese festín se intuye el cuarto plano, el más profundo: una gran metáfora de la Eucaristía, el verdadero Festín, el Gran Derroche de generosidad que nos transforma y hermana. La Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia y de cada católico. Es la Mesa que nos hermana, el hogar familiar en torno al que todos y cada uno encuentran calor y se sienten queridos. En la Eucaristía, ese gran festín en que la comida es el mismo Jesucristo, que se entrega en un exceso de generosidad, surge y crece la concordia y el hermanamiento entre los hombres. Ese es, quizá, el significado más hondo que ha querido expresar Gabriel Axel.

Todo eso es verdad. Por eso viene tan a propósito el comentario del entonces cardenal Bergoglio, cuando Sergio Rubin y Francesca Ambroguetti le preguntan si la Iglesia no insiste demasiado en el dolor como camino de acercamiento a Dios. Su respuesta es el mejor comentario al filme:

Es cierto que en algún momento se exageró la cuestión del sufrimiento. Me viene a la mente una de mis películas predilectas, El festín de Babette, donde se ve un caso típico de exageración de los límites prohibitivos. Sus protagonistas son personas que viven un exagerado calvinismo puritano, a tal punto que la redención de Cristo se vive como una negación de las cosas de este mundo. Cuando llega la frescura de la libertad, del derroche en una cena, todos terminan transformados. En verdad, esa comunidad no sabía lo que era la felicidad. Vivía aplastada por el dolor. Estaba adherida a lo pálido de la vida. Le tenía miedo al amor.

Os dejo con el tráiler, recientemente publicado con motivo del 25 aniversario de su estreno y de su próximo relanzamiento a los cines.

domingo, 9 de junio de 2013

"Jesucristo en el cine" llega a 500 post: ¡Felicidades!

La cifra de "los 500" siempre me ha gustado especialmente, por muchos motivos. No es sólo un número redondo: tiene para mí connotaciones muy personales. Por eso me ilusiona compartir este día con vosotros, y daros personalmente esta noticia: "¡Hemos llegado al post número 500!"

Parece un sueño. Y ciertamente lo es. Pero no un sueño quimérico, ilusorio. No. Me refiero a esos sueños grandes y ambiciosos que, en ocasiones, han hecho cambiar el mundo. El mío -el nuestro- es más sencillo, pero igual de hermoso. Es un sueño tan frágil y delicado que no te atreves a soñarlo del todo, por si no se cumple... pero que te llena de un gozo muy hondo cuando se hace realidad. Como hoy. Un sueño que deseo compartir con vosotros, porque es como si estuviéramos en una película…

Hace tres años y medio escribí el primer post: “Imagen de Jesús, imagen de nuestra cultura”. Era el 17 de septiembre de 2009. Entonces no sabía si llegaría a Navidad. ¡Cómo vuela el tiempo... y cómo crece la esperanza!

Sí, hoy es un día que quiero compartir y celebrar con vosotros. Un día para chocar mi copa con las vuestras (“¡Chin-chin!”) y brindar por todo lo que hemos vivido. “Y que cumplas 500 más...”. Porque este blog es ya parte de mi vida, y creo que también lo es de la vuestra.

Por eso quiero que me acompañéis en este ejercicio de nostalgia. He seleccionado dos listados de artículos: los 5 post más visitados y otros 10 que han tenido especial significación para mí. Alguno lo he reservado para mi intimidad. Pero estos que ahora os ofrezco son enteramente vuestros: un regalo –un recuerdo- para revivir tantas cosas que nos han unido... Sólo os pido que, al terminar, me digáis qué artículos os gustaron más. Me hará ilusión saberlo. (Al pinchar el enlace, vais al último comentario: hay que subir la barra de la derecha hasta el principio)

Los más visitados

1- Las 10 mejores películas sobre Jesús de Nazaret (43.247 visitas)
2- "La Pasión de Cristo": relación de Jesús con su madre (41.406 visitas)
3- El rostro de Jesús en el cine (26.165 visitas)
4- Sobre la película "Corpus christi" (19.527 visitas)
5- El diablo como personaje cinematográfico (17.326 visitas)

Los más significativos:

1- Las 100 películas más inspiradoras de la historia
2- La conversión de John Wayne en el lecho de muerte
3- Las 25 mejores películas románticas

6- La Virgen en "Jesús de Nazaret"
7- Dios, Haití y los barberos 
8- Las 10 mejores películas navideñas
9- "La Pasión de Cristo", la pascua judía y la Santa Misa (9.762 visitas)
10- ¿Dónde estaba Dios cuando murió mi hermana?

Recordad que espero vuestra opinión. ¡Y muchas felicidades a todos!

domingo, 2 de junio de 2013

La conversión de John Wayne en el lecho de muerte

El 11 de junio de 1979 (dentro de pocos días será su aniversario) murió el legendario John Wayne, una de las más grandes estrellas de Hollywood. A los pocos días, se supo que había abrazado el catolicismo en su lecho de muerte. Muchos quisieron desautorizar esa noticia, y la duda permaneció durante algunos años. Tiempo después, cuando las aguas volvieron a su cauce, dos personas muy cercanas al actor contaron lo sucedido: Su nieto, el sacerdote Matthew Muñoz, y su hijo, el también actor Patrick Wayne.

En una entrevista concedida a la prensa, Fr. Matthew Muñoz contaba: “Cuando éramos pequeños íbamos a su casa y sencillamente pasábamos el rato con el abuelo, jugábamos y nos divertíamos. Una imagen muy diferente de la que tenía la mayoría de la gente de él”.

El sacerdote, que vive actualmente en California, recordó que la primera esposa del actor –y su abuela- Josefina Wayne Sáez fue el principal instrumento que Dios utilizó para evangelizar a la estrella del cine. De origen dominicano, Josefina “tuvo una maravillosa influencia sobre la vida de mi abuelo, y lo introdujo en el mundo católico”.

John Wayne se casó con Josefina Sáez en el año 1933. Tuvieron cuatro hijos; el menor de ellos, Melinda, es la madre del Padre Muñoz. John se divorció de Josefina años más tarde. Por su fe católica, la joven decidió no volver a casarse hasta la muerte de su ex marido, por cuya conversión rezó siempre a Dios.

Fr. Matthew Muñoz tenía 14 años cuando su abuelo murió de cáncer. Siempre recuerda que Wayne tuvo un gran aprecio por las enseñanzas cristianas. “Desde temprana edad, mi abuelo tuvo un gran sentido de lo que era moralmente correcto. Se crió en un mundo regido por principios cristianos y una especie de ‘fe bíblica’ que, creo, tuvo un fuerte impacto sobre él”. También recuerda que “pasado el tiempo, mi abuelo fue involucrándose en la recaudación de fondos para los pobres y para las labores sociales de la Iglesia que organizaba siempre mi abuela, y después de un tiempo, notó que la visión caricaturesca que le habían infundido sobre los católicos no se correspondía con la realidad”.

De hecho, sus siete hijos y sus 21 nietos fueron bautizados en la Iglesia católica. Y su amistad con el director católico John Ford, que le lanzó a la fama con la película La diligencia (1939) se notó con el paso del tiempo.

Según explica el sacerdote, en la conversión de Wayne jugó también un papel clave el Arzobispo de Panamá, Mons. Tomas Clavel, con quien compartía una estrecha amistad. Fue él quien “fue formando, poco a poco, conversación a conversación, a mi abuelo, hasta que un día le dijo: ‘De acuerdo, estoy preparado’. Deseaba ser bautizado y convertirse en católico”. Para nosotros “fue maravilloso verle alcanzar la Fe y dejar ese testimonio a nuestra familia”.

Sin embargo, el conocido actor no se atrevía a dar el paso. Intuía el revuelo que se podría formar en Hollywood. Y decidió esperar. Se definía “católico cardíaco”, porque lo era ya en su corazón, pero se veía incapaz de dar el paso. Más de una vez afirmó su deseo de “convertirme el día antes de morir”. Y eso fue exactamente lo que sucedió.

Su hijo Patrick, que actuó con él en varias películas (entre ellas, Centauros del desierto, 1956: foto de la izquierda), recuerda lo que sucedió el último día de la vida de su padre:

Cuando estaba muriéndose en el hospital todavía no había sido bautizado. (…) Los últimos diez días los pasó en coma. El sábado por la noche, dos días antes de morir, salió del coma cuando mis hermanos Michael, Toni y Aissa estaban presentes. En el rato que estuvo despierto dijo otra vez que quería convertirse, pero al poco tiempo entró de nuevo en coma. El lunes, yo estaba con él y vi que se estaba poniendo peor. Sonó el teléfono. Era el capellán católico que quería pasar a verlo. Colgué. Aunque mi papá estaba todavía dormido, le dije sin esperar respuesta: "Papá, el capellán quiere verte". Entonces le oí decir: "Okay." Me quedé atónito, pero llamé al capellán, que apareció en menos de media hora. Con él todavía dormido, le dije: "Papá, el capellán está aquí", y otra vez dijo: "Okay". Entonces se despertó. Abandoné el cuarto durante unos minutos. Desde fuera pude oír el murmullo de su conversación. Cuando el capellán salió, me dijo que mi papá había sido bautizado. Esa misma tarde falleció”.