domingo, 25 de octubre de 2015

Llega a España “Little Boy”, de Eduardo Verástegui

(JUAN JESÚS DE CÓZAR) La segunda producción del artista mexicano Eduardo Verástegui se estrena en nuestras pantallas el próximo 30 de octubre. El productor y actor de “Bella”·(2008) se encuentra estos días en nuestro país para promocionar “Little Boy”, una cinta sobre la que ya informamos en este blog, y que viene precedida de su buena acogida en USA (6,5 millones de dólares de recaudación) y de un éxito rotundo en México, donde ha sido vista por más de 3 millones de espectadores.

Como en el caso de “Bella”, Verástegui ha contado para la dirección de “Little Boy” con su amigo Alejandro Monteverde, al que desde este blog enviamos todo nuestro apoyo con motivo del secuestro y posterior asesinato de su padre y uno de sus hermanos, el pasado mes de septiembre.

Little Boy” cuenta con un inspirado guión del propio Monteverde y de Pepe Portillo, con una vistosa producción –se notan los 20 millones de dólares del presupuesto– y con actores de la talla Emily Watson y Tom Wilkinson, bien secundados por Ben Chaplin, Michael Rapaport, Jakob Salvati, Cary-Hiroyuki, Kevin James y el propio Verástegui, que se reserva un breve papel.

El film transcurre en una pequeña localidad de California y se centra en la historia del pequeño Pepper Busbee. Aunque acosado por algunos de sus compañeros de colegio a causa de sus problemas de crecimiento, es un niño feliz junto a su padre –amigo y compañero de imaginarias aventuras–, su madre y su hermano mayor. La movilización del padre para participar en la segunda guerra mundial es un duro golpe para toda la familia, pero en especial para Pepper, que a partir de ese momento se empeñará en lograr su regreso, inspirado por su héroe de cómic; una empresa aparentemente desproporcionada, que le conducirá por un camino de crecimiento interior.

Muchos son los temas que toca “Little Boy”, pero dejemos que sea el propio Verástegui quien lo explique: “Vamos a ver, a través de la mirada de un niño de ocho años, cómo enfrenta los prejuicios, el maltrato, la discriminación, el racismo…, cómo resuelve todos esos problemas poniendo el amor en acción”. La película tiene como objetivo ‑continúa‑ “despertar la niñez que hay dentro de cada uno” y busca poner en valor tres elementos: “Fe, amor y esperanza”.

Alejandro Sanz, amigo de Verástegui, ha grabado un vídeo recomendando la película, que puede verse aquí. Un apoyo que Verástegui agradece, porque “en Hollywood, y en cualquier parte del mundo, vivir una vida coherente, con principios, tratando de ser una persona íntegra, es difícil. (…) Y yo conozco mucha gente en Hollywood que todos los días lucha duro para vivir esa congruencia y eso me inspira a querer hacer lo mismo”. Ojalá el público español sepa también apreciar el esfuerzo del productor.

domingo, 18 de octubre de 2015

"Marte", de Ridley Scott: 'Bring him home'

Al poco de ver Marte hice un comentario que ahora rescato: es lo mejor de Ridley Scott desde Black Hawk derribado (2002). Ambas son películas de supervivencia, como lo fue Alien, la obra maestra del director británico de 77 años.

Porque lo que nos mantiene interesados durante 144 minutos es cómo sobrevivirá el astronauta Mark Watney, el primero que pisó Marte y que parece condenado a ser el primero en morir allí, en ese planeta rojo con montañas de 21 kilómetros de altura y temperaturas entre los 6 y los 90 grados bajo cero, que se ha recreado de manera impactante en Jordania y Bulgaria.

Cine de aventuras del bueno es lo que ha logrado Scott después de casi cuatro décadas y 23 largometrajes. Tras un comienzo espectacular (Los duelistas, Alien, Blade Runner) hubo de todo: cine normalito, bodrios populacheros y megalómanos, dos o tres películas de buen nivel y una apañada de romanos, Gladiator, que se llevó cinco Oscar en 2000 y me sigue pareciendo más hábil que buena; un caso parecido a Braveheart. Gibson y Scott tienen películas infinitamente mejores.

En Marte, con un guion estupendo de Drew Goddard que parte de una gran novela de Andy Weir -en la que, por cierto, hay menos “errores científicos”: esa tormenta de arena… ejem, ejem, ¿en Marte?-, Scott recupera algo que tenía perdido desde hace 15 años: el tempo narrativo. Logra una película coral en la que se equilibra la soledad de un hombre que no se da por vencido con el trabajo de centenares de personas que llevan años trabajando para que la aventura espacial tenga un final feliz.

Matt Damon saca adelante su personaje con una inteligencia enorme, sin muecas ni estupideces: es un actor soberbio. El casting realizado por Carmen Cuba y Nina Gold es excelente, y los actores que dan vida a los compañeros de Watney y al personal de la NASA hacen un trabajo muy afinado.

Scott es un tipo muy experimentado y ha sabido ver que el guion del productor y escritor de series como Daredevil, Perdidos y Alias, y de películas truncadas como Monstruoso y Guerra Mundial Z tenía cimientos para levantar una odisea espacial que valiese la pena, teniendo en cuenta que el asunto ya lo habían abordado con talento gente como Cuarón, Howard y Kubrick.

Marte es de esas películas que llenarán las salas. En buena medida porque Ridley Scott, para bien y para mal, es un excelente vendedor. No en vano, si algo define su estilo como director de cine es el uso que hace del lenguaje publicitario. Y aquí lo que había que vender es ese “traedle a casa” del lema promocional. Un retrato de la NASA que si tuviesen que pagarlo como campaña para captar recursos, costaría una fortuna.

Alberto Fijo
Fila Siete

domingo, 11 de octubre de 2015

"Oda a mi padre": un canto a los valores universales

Cuando en 1950 estalla la guerra que divide a Corea, un niño llamado Deok-Su tiene que despedirse de su padre y le promete que siempre protegerá a la familia en su lugar. Este es el punto de partida de “Oda a mi padre”, un emotivo film que han visto 14 millones de surcoreanos y que se estrenó en España el pasado 2 de octubre.

Dirigida por Youn Je-Kyun (Busan, Corea del Sur, 1969), esta película-río de dos horas nos cuenta la epopeya de Deok-Su durante 6 décadas: un “viaje a la esperanza” desde su convulsa infancia y juventud, hasta una serena madurez junto a su mujer, sus hijos y sus nietos. Y lo hace tocando con frecuencia la “fibra” del espectador –el melodrama es un género muy querido por el público oriental–, que contempla sobrecogido, emocionado o divertido, los avatares del protagonista.

Se comprende que “Oda a mi padre” haya tenido un éxito espectacular en su país, porque lo que narra forma parte de la historia reciente de Corea del Sur, de sus gentes, de sus dramas y de sus alegrías. Pero no es menos cierto que la cinta está salpicada de valores universales, fácilmente reconocibles por cualquier tipo de espectador: el valor del sacrificio, de la constancia, de la lealtad en los afectos, del perdón, de la compasión, de la generosidad…

El amplio presupuesto del film ha permitido una cuidada producción, que brilla tanto en las impresionantes escenas de masas, como en las bélicas, en las costumbristas o en las más íntimas. La interpretación, la música y la fotografía rayan también a gran altura, y contribuyen a dar a “Oda a mi padre” el empaque de película grande.

Ahora que los efectos especiales parecen inundar las salas de cine, es muy buena noticia encontrar en la cartelera un título en el que priman los “efectos emocionales”, que diría Garci. Unas emociones que –en el caso de “Oda a mi padre”‑ no sólo se experimentan sensiblemente sino que nos dejan con ganas de ser mejores personas.
Juan Jesús de Cozar